Presentación




Saludos querido lector, ante usted me presento con una grácil reverencia. Conocida como Sofía en esta vida, y Rhoswen en la otra, archiduquesa perdida del lejano Ynys Witrin, os pido por favor llamadme con respeto Luna de Ávalon. Sea bienvenido a mi etérea morada de lóbregas ilusiones. Tomad asiento y probad el té de sangrientas rosas carmesí mientras le narro un corto párrafo acerca de su ermitaña servidora. Lo he preparado con dulce brujería que enciende los sentidos más pasionales del alma. 
Nací en suelos mestizos cerca de la alta mar, donde la fría espuma me bautizó en pleno crepúsculo. Soy escritora de sueños lúcidos y bailarina en el silencio. Tijuana es madre de mi cuerpo mortal, ciudad de quimeras y pueblo maldito por la pobreza de muchos y la riqueza de pocos, pero embelesado por sus leyendas de un encanto sobrenatural. Flor visionaria me considero, persiguiendo la meta de algún día dar a conocer mis relatos de antaño, así como las gitanas del Mediterráneo viven contando los suyos entre baladas y sortilegios, sin embargo los míos escribo con tinta cósmica desde mi palacio lunar.
Cubierta por un velo de sombras, observo curiosa a los humanos desde mi frígido aposento. Yo, la luna de seda, he de conceder cada noche un deseo. Mas personificada en la Tierra, una joven doncella apasionada es cómo manifiesto mi esencia. Camino orgullosa entre los vivos, a los cuales enamoro con mi retrato plasmado en el cielo oscuro y entre sueños quedan sometidos a mis cantos de sirena. Seducción y feminidad son mis poderes divinos, y las súcubos mis aliadas, ¡oh ninfas infernales! Mis hermanas las estrellas, representan todas las reinas que ha tenido el mundo de las hadas. Pero el nombre de mi linaje deberá siempre permanecer en secreto. En mi juego material, soy una muñeca sentada en un rincón, de porcelana fina y vestimenta victoriana. No poseo rostro, mas el que uno imagine. Mi alma está sellada y la llave perdí. Mis sentimientos desconoce el mundo y el secreto de mi historia nadie lo sospecha, mas dulce, inocente y bella me pintan por ahí. Frágil y ermitaña puedo al corazón sociable confundir, cuando al verme casi olvidada en mi escondite de encajes y flores, grandes anhelos por ampararme surgen en él. El silencio de la verdad abruma la mente del indiscreto, quien ha osado en simpatizar con tal damisela inalcanzable; inhumana figura que simboliza la más placentera soledad.

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